31 de octubre de 2013

Día de la Reforma

La Biblia, traducida por M. Lutero,
en su edición de 1534
El 31 de octubre de 1517, el entonces monje agustino y profesor de teología Martín Lutero (1483-1546) clavó en las puertas de la iglesia de Wittenberg –según la costumbre de la época– una propuesta para debatir la doctrina y práctica de las indulgencias en la Iglesia. Este acontecimiento fue considerado, con el tiempo, el punto inicial de aquel movimiento de renovación eclesial, teológica, espiritual y social que conocemos como Reforma protestante.

En memoria de este largo camino, que culminó dolorosamente en la ruptura de la comunión eclesial en Occidente, la fecha del 31 de octubre fue elegida para conmemorar no sólo los acontecimientos de la Reforma sino también, y sobre todo, el testimonio de fe de tantas generaciones cristianas inspiradas por aquel redescubrimiento de la centralidad de las Escrituras, el primado de la gracia de Dios, la libre dignidad de todo el pueblo de Dios renacido en el bautismo.

Para conmemorar este día ponemos a disposición tres aportes:


Un documento
Declaración conjunta sobre la Doctrina de la Justificación entre la Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial, 31 de octubre de 1999. [enlaces externos] Declaración. Comunicado oficial común. Anexo.


Un mensaje
Carta de Rev. Martin Junge, secretario general de la Federación Luterana Mundial, para el día de la Reforma 2013. [pdf, enlace externo]
El mensaje de este año toma como punto de partida uno de los subtemas de la preparación para la celebración del 500 aniversario de la Reforma Protestante (2017): «No está en venta». Considerando el don gratuito de la salvación que Dios nos da en Cristo, la carta se abre con el sugestivo enunciado: «El don gratuito de la gracia de Dios en tiempos dirigidos por el mercado». Tres aspectos desarrollan este mensaje inicial: La salvación no está en venta, los seres humanos no están en venta, la creación no está en venta.


Una oración

Dios de Abraham, Isaac y Jacob,
Dios de Juan, María y Pablo,
Dios de Agustín y Benito,
Dios de Wycliff, Huss, Lutero, Zwinglio y Calvino,
Dios de Romero, King y Novak,
Dios de Amor, Gracia y Vida.

Damos gracias por todos los que nos procedieron en la fe.
Damos gracias por sus testimonios, por su confianza, por su entrega,
y por su valentía para ensalzar lo bueno y denunciar lo malo.
Estamos hoy aquí como iglesia que siempre necesita tu reforma y tu renovación.
Guíanos en este camino.
Transfórmanos continuamente con Tu Gracia y con Tu Amor.
Sálvanos con la Gracia y la Fe

Danos la sabiduría para reconocer el sacerdocio de todo creyente
y la humildad para aceptar tu gran mensaje de amor
que con mucha frecuencia nos viene de los que son marginados por la sociedad.
Háblanos a través de los ancianos, los jóvenes, las mujeres,
los desempleados, los piqueteros y las jefas de hogar.
Por la fe en Cristo Jesús todos nosotros somos hijos tuyos,
y por el bautismo hemos llegado a estar unidos con Cristo
y nos encontramos revestidos de él.
Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer
porque unidos a Cristo Jesús, todos nosotros somos uno solo.

Refórmanos, Señor.

Danos la valentía para no permitir que la corrupción y el pecado
existan en el cuerpo de Cristo.
Ayúdanos a entender que la iglesia está para servir,
y no para fortalecerse como institución con dinero y poder.
Que nunca nos permitamos estar contentos con los logros cumplidos,
sino inspíranos a acercarnos más a tu reino haciendo justicia,
siendo fieles y leales y obedeciéndote humildemente.

Refórmanos, Señor.

Impúlsanos a compartir Tu Palabra con todo hijo e hija tuya.
Y que la bendición de Tu Palabra sea la base
para todo lo que hacemos y decimos.
La enseñanza del Señor es perfecta, porque da nueva vida.
El mandato del Señor es fiel, porque hace sabio al hombre sencillo.
Los preceptos del Señor son justos, porque traen alegría al corazón.
El mandamiento del Señor es puro y llena los ojos de luz.

Refórmanos, Señor.

Perdónanos por las separaciones en que vivimos como iglesia.
Ayúdanos a reparar los vínculos rotos con nuestros hermanos.
Que los pecados y las discusiones humanas no separen más a Tu Cuerpo.
Oramos con Jesús: Te pedimos que todos nosotros estemos unidos
que como Tú, Padre, estás en el Hijo,
también nosotros estemos en ustedes, para que el mundo crea.

Refórmanos, Señor.

Llénanos con Tu Poder para no solamente ser reformadores de la iglesia
sino de toda la sociedad, dando de comer y beber, dando alojamiento y ropa,
visitando a los enfermos y los que están en la cárcel.
Danos Tu Espíritu Santo, conságranos para llevar la buena noticia a los pobres
anunciar libertad a los presos, dar vista a los ciegos
poner en libertad a los oprimidos anunciar el año favorable del Señor.

Refórmanos, Señor.


Tim Bobbitt
Fuente: Red Latinoamericana de Liturgia CLAI
© - Todos los derechos reservados por los autores de la obra




El secretario general del CMI ve esperanza para el movimiento ecuménico

Olav Fykse Tveit, secretario general del CMI
En medio de acontecimientos dramáticos, injusticias y crisis en el mundo, Dios está creando una “nueva aurora” para el movimiento ecuménico, dijo el Rev. Dr Olav Fykse Tveit, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Lo dijo al presentar su informe a la 10ª Asamblea del CMI sobre el trabajo del Consejo en los últimos siete años. Y celebró la llegada de esta Asamblea, que espera sea un acontecimiento de humildad, honestidad y esperanza.

Tveit se dirigió a los más de dos mil participantes en la Asamblea del CMI el 30 de octubre, día de apertura de los diez días de asamblea en Busan, República de Corea.

La asamblea se centra en el tema “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz”.

Tveit introdujo a los participantes en las iniciativas que el CMI ha tomado para fortalecer la búsqueda de la unidad y la solidaridad cristianas, promoviendo la paz justa, la misión, el compromiso en el testimonio público y diaconía, la formación ecuménica, la unión de mujeres y hombres, y la espiritualidad de la peregrinación, entre otros muchos proyectos.

Tveit habló sobre el “valor agregado” realmente único del CMI que, según dijo, se deriva de “la experiencia de las iglesias” que contribuyen en diversos contextos a “la comprensión de la dignidad humana, los derechos humanos, la libertad religiosa y la paz”. Dijo que la presencia del CMI entre otras organizaciones internacionales en Ginebra también representa el “valor agregado” del CMI para la iglesia y la sociedad.

El CMI incluye 245 iglesias miembro, que representan a numerosas denominaciones y tradiciones cristianas de todo el mundo.

Solidaridad y unidad cristianas

En su mensaje, Tveit expresó su apreció por la marcada diversidad en la constitución del CMI. Dijo que las iglesias se han “reunido aquí desde muchos lugares y culturas. Con nuestra diversidad traemos historias, experiencias, esperanzas, oraciones y visión. Traemos también nuestro dolor, nuestros desafíos, y nuestros anhelos de justicia y paz”.

Haciendo referencia a la solidaridad con pueblos e iglesias en areas de conflicto, Tveit dijo: “Estamos particularmente llamados, como comunidad mundial de cristianos, a estar en solidaridad” con quienes viven en las “tierras donde la historia de nuestra fe comenzó y se desarrolló”.

“Pensamos especialmente en Irak, Egipto, Siria y Palestina. Con ellos, creemos que el camino hacia la paz consiste en avanzar hacia una cultura y una práctica de la democracia y la ciudadanía, con igualdad de derechos para todos”, dijo Tveit.

“La solidaridad cristiana no puede ser excluyente”, agregó.

Tveit habló además sobre la asamblea que se desarrolla en Asia, a la que llamó “continente de crecimiento”. “Es también –continuó– un continente marcado por muchas preocupaciones sobre la protección de la vida de los seres humanos y la naturaleza, y muchas familias que no pueden compartir el crecimiento y las esperanzas de otros”. Y se refirió en particular a la situación de las personas que viven en la península de Corea dividida entre norte y sur.

Desde la última asamblea del CMI en Brasil, dijo Tveit, muchos desafíos se han presentado. Sin embargo, agregó, “es digno de remarcar que, incluso con menos recursos y muchos desafíos, estos años han sido también un tiempo de rica cosecha”.

Concluyó invitando a los participantes de la Asamblea a “caminar juntos” en vistas de “la paz justa” de modo que “la peregrinación pueda comenzar”.



Informe completo del Secretario general del CMI [español, pdf, enlace externo].
Discurso completo del Secretario general del CMI a la Asamblea [inglés, enlace externo].



Texto e imagen: © 2013 World Council of Churches
Traducción: Comisión diocesana de ecumenismo

30 de octubre de 2013

10ª Asamblea del CMI: Mensaje del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I

Video mensaje del Patriarca Ecuménico, Bartolomé I,
transmitido durante la apertura de la Asamblea en Busan.
En un video mensaje presentado durante la apertura de la 10ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en Busan, República de Corea, Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla, llamó a los cristianos a "orar por la paz del mundo entero y por la unidad de todos".

Oraciones por "la pacífica reunificación de la península de Corea" y las luchas por "la justicia y la paz en el Medio Oriente" fueron las referencias más importantes de su mensaje. Estas preocupaciones ya habían sido enfatizadas en la oración de apertura de la asamblea ese mismo día.

El mensaje de Bartolomé I fue presentado el 30 de octubre en la Asamblea del CMI, que trata el tema: Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz.

La Asamblea ha reunido más de dos mil participantes del mundo entero.

Bartolomé I dijo que el tema de la Asamblea "pone de manifiesto nuestro deber y nuestra responsabilidad ante problemas críticos de importancia global, como la economía y la ecología. No podemos quedarnos como espectadores despreocupados en un mundo atravesado por injusticias sociales y plagado de sufrimiento y opresión".

Al rezar: Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz, "debemos renovar nuestro compromiso con la visión esencial del Consejo Mundial de Iglesias de confesar al Señor Jesucristo y glorificar al único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo", dijo.

"No podemos jamás separar temas de consecuencias sociales de aquellos de significación teológica; no podemos aislar los desafíos con respecto a los derechos humanos del diálogo sobre la doctrina religiosa".

Afirmó además que el tema de la Asamblea "incluye apropiadamente intención, perspectiva y oración".

Bartolomé I habló sobre los compromisos del Patriarcado Ecuménico, uno de los miembros fundadores del CMI. El compromiso del Patriarcado Ecuménico con la visión del CMI ha sido inquebrantable, afirmó, desde los mismos comienzos hasta los períodos más polémicos. Agregó que este compromiso es evidente a través de la extensa participación en roles y responsabilidades particulares dentro del CMI por varias décadas.

Ofreciendo sus oraciones por la Asamblea, Bartolomé I dijo: "Que vuestro encuentro en Busán sea la fuente de renovación para nuestras iglesias y nuestra 'vida juntos en la fe, la esperanza y el amor'".

"Que allane el camino al respeto y la compasión hacia todo ser humano, para que todos los pueblos sean acogidos, honrados y abrazados como piezas únicas del rompecabezas divino que constituye el maravilloso misterio de la admirable creación de Dios", concluyó.


Texto: World Council of Churches / Traducción de la Comisión Diocesana.

10ª Asamblea del CMI: Mensaje del Papa Francisco

El secretario general del CMI, el Rev. Dr. Olav Fykse Tveit,
con el papa Francisco.
Ciudad del Vaticano, 30 octubre 2013 (VIS).- El Consejo Ecuménico de las Iglesias celebrará, del 30 de octubre al 8 de noviembre, su décima Asamblea General en Busan, en la República de Corea del Sur, con el tema: “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz”.

La Asamblea, considerada el órgano de gestión más importante de la WCC, se convoca cada 7 años y a pesar de que la Iglesia Católica no es miembro, mantiene una colaboración con este organismo, participando en la búsqueda teológica de la Comisión Fe y Constitución sobre las principales cuestiones que dividen aun a los cristianos en el campo de la eclesiología y sobre todo a través de un “Grupo Mixto de Trabajo” que coordina las diferentes actividades e iniciativas comunes. Debido a ello, una delegación católica será presente en Busan en calidad de observadora.

Con este motivo el Santo Padre ha enviado un mensaje al Cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en el que expresa su deseo de que esta Asamblea “ayude a consolidar el compromiso de todos los seguidores de Cristo a la intensificación de la oración y la colaboración al servicio del Evangelio y al bien integral de nuestra familia humana”.

“El mundo globalizado en el que vivimos -escribe- nos exige un testimonio común de la dignidad que Dios ha dado a todos los seres humanos y la efectiva promoción de las condiciones culturales, sociales y jurídicas que permiten a los individuos y a las comunidades crecer en libertad. Que se apoye la misión de la familia como un “pilar” fundamental de la sociedad, que se asegure una educación integral para los jóvenes, y se garantice a todos el libre ejercicio de la libertad religiosa. Fieles al Evangelio, y en respuesta a las urgentes necesidades actuales, estamos llamados a llegar a aquellos que se encuentran en las periferias existenciales de nuestras sociedades, y a mostrar una particular solidaridad con nuestros hermanos y hermanas más vulnerables: los pobres, los discapacitados, los no nacidos, los enfermos, los inmigrantes y refugiados , las personas mayores y los jóvenes que carecen de empleo”.

El Santo Padre concluye el mensaje manifestando el deseo de que la Asamblea General “contribuya a dar un nuevo impulso de vitalidad y de perspectiva a todos los que están comprometidos con la causa sagrada de la unidad cristiana, fieles a la voluntad del Señor para su Iglesia y abiertos a las inspiraciones del Espíritu Santo”.


Texto: © VIS - Vatican Information Service - 00120 Città del Vaticano - www.visnews.org
Imagen: © Osservatore Romano

CMI no perdió su voz profética en el mundo, dice moderador

Rev. Dr. Walter Altmann,
moderador del Comité Central del CMI.
Desde la última Asamblea, las iglesias y el movimiento ecuménico se enfrentaron a un período de transición, con cambios en el panorama religioso, crisis financieras y muchos desafíos, pero el CMI logró ejercer su función profética en el mundo, dijo el miércoles el moderador del Comité Central.

El Rev. Dr. Walter Altmann presentó a la X Asamblea, en Busan, su informe sobre el período transcurrido desde la Asamblea en Porto Alegre en 2006, cuando fue elegido moderador. Altmann fue el primer moderador latinoamericano del CMI en la historia y deberá ser reemplazado después de una nueva elección al final de esta Asamblea.

"En vista de la elocuente movilidad religiosa y de la experiencia a veces negativa de las iglesias llamadas 'históricas', entre estas iglesias ha surgido la tentación de considerar el movimiento ecuménico como algo secundario y de reorientar sus esfuerzos hacia su propia consolidación interna, sea centrándose en cuestiones doctrinales o institucionales", señaló.

Esta situación también puede atribuirse al sentimiento de desencanto de algunas iglesias ante la dificultad que experimentan con respecto al avance del programa ecuménico hacia la unidad, dijo.

"En cualquier caso, una Asamblea como esta constituye una ocasión muy favorable y valiosa para reafirmar el objetivo ecuménico de las iglesias, un objetivo que, si se considera la actual fragmentación del cristianismo, es aún más apremiante. La fragmentación no es una invitación a fortalecer las murallas confesionales. Es un desafío a profundizar el compromiso ecuménico, no a debilitarlo."

La crisis financiera que sacudió a los mercados y la economía de muchos países desde el final de la última década también se reflejó en la vida y las finanzas de las iglesias, con repercusiones en el CMI, Altmann recuerda.

"Multitudes se han visto confrontadas a un mayor índice de desempleo y abocadas al hambre y la desesperación. Y, por consiguiente, la crisis también ha afectado la sostenibilidad de muchas iglesias y su capacidad de apoyar a las organizaciones ecuménicas de las distintas partes del mundo, y por tanto de ayudar al CMI", dijo el en su informe.

Muestras de voz profética
Aunque el Consejo no ha recibido, en los últimos años, la misma atención por parte de la prensa secular que recibió en las últimas décadas, Altmann cree que sería precipitado y erróneo afirmar que el Consejo Mundial de Iglesias ha perdido su voz profética, y citó dos ejemplos.

En 2011, el CMI entregó a las autoridades de Brasil tres cajas de archivos con miles de documentos relacionados con los procesos judiciales militares contra prisioneros políticos en Brasil durante la dictadura militar (1964-1985). Estos expedientes se mantuvieron a salvo durante décadas en los archivos del CMI en Ginebra. En estos procesos hubo declaraciones de acusados que habían sido torturados, y los expedientes fueron secretamente fotocopiados por un grupo de abogados que formaban parte de un proyecto de derechos humanos patrocinado por el CMI, con oficina en la Arquidiócesis Católica de Sao Paulo.

Como segundo ejemplo, Altmann hizo referencia al impacto del proceso que condujo a la aprobación por parte de las Naciones Unidas de un tratado sobre el comercio internacional de armas. El CMI logró organizar una amplia red de iglesias de todo el mundo que abogaron ante sus respectivos gobiernos a favor del tratado, que tras un difícil proceso fue finalmente adoptado.

"Como en todas las asambleas, celebraremos la unidad que tenemos en Cristo, que ya es visible, aunque no en toda su plenitud. Al mismo tiempo nos volveremos a comprometer con la unidad que recibimos de Dios como un don y a la que estamos permanentemente llamados", concluyó el moderador del CMI.


Texto completo del informe del Rev. Dr. Walter Altmann [en inglés, enlace externo].


Texto: © 2013 Consejo Mundial de Iglesias
Imagen: © Joanna Lindén-Montes/WCC

10ª Asamblea del CMI: Día 1

Hoy, 30 de octubre, comenzó la 10ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en Busán, República de Corea. Cada día iremos ofreciendo en este blog algunas noticias destacadas de su desarrollo. Haciendo click sobre el logo de la Asamblea, podrán acceder al sitio web oficial para encontrar más información y recursos adicionales.








10ª Asamblea del CMI
Día 1 - 30 de octubre

Asamblea del CMI empieza con música y un llamado por la paz y la justicia
La X Asamblea del CMI comenzó esta mañana con la celebración de la fe, con llamados a la paz y la justicia, y con un montón de música en la oración de apertura. Seguir leyendo.



Coreanos ofrecen a la Asamblea testimonio de su lucha por la reconciliación
Con un majestuoso relato sobre las intensas luchas que han sufrido los coreanos desde el siglo 19 y el coraje con el que las han enfrentado, las iglesias coreanas compartieron el camino que han recorrido en su viaje con Dios. Seguir leyendo.


CMI no perdió su voz profética en el mundo, dice moderador
Desde la última Asamblea, las iglesias y el movimiento ecuménico se enfrentaron a un período de transición, con cambios en el panorama religioso, crisis financieras y muchos desafíos, pero el CMI logró ejercer su función profética en el mundo, dijo el miércoles el Rev. Dr. Walter Altmann, moderador del Comité Central. Seguir leyendo.





28 de octubre de 2013

Celebración ecuménica de clausura en el Encuentro Nacional de CEBs

Las Comunidades Eclesiales de Base del Argentina y de países limítrofes se reunieron en la Universidad de Quilmes para celebrar su octavo encuentro nacional durante cuatro días. Para la clausura del evento, el lunes 14 de octubre, se realizó una celebración ecuménica, preparada por el equipo organizador conjuntamente con la Comisión de Ecumenismo de la Diócesis de Quilmes.

La Diócesis de Quilmes tiene como una de sus matrices fundacionales el camino ecuménico con las comunidades cristianas hermanas. El Padre Obispo Jorge Novak fue un «militante» de la causa de la unidad de quienes creen en Cristo. Por lo tanto, para nuestra comunidad diocesana, no fue una novedad celebrar con nuestras hermanas y nuestros hermanos de otras familias eclesiales.

La experiencia también muestra una característica de las CEBs, que se perciben a sí mismas como un espacio plural evangélico, donde hay lugar en la mesa para todas las personas que hacen de Jesús el motor de la espiritualidad para trabajar por la vida digna de los pobres. Por eso la Celebración ahondó aún más en la identidad de las CEBs que participaron del Encuentro.

La celebración se desarrolló en un clima festivo. Fue coordinada por Mónica Gangemi, integrante de la Comisión Diocesana de Ecumenismo y participaron el Pastor Ariel Segura, de la Iglesia Metodista, el Reverendo George David, de la Iglesia Anglicana, el Pastor Arturo Blatezkiy, de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, una hermana pentecostal que es integrante de una CEB en Rosario y el Padre Obispo Carlos José Tissera.

Fue una celebración muy sentida por la memoria del P. Obispo Jorge Novak. Los Pastores recordaron su talante de Padre y Hermano, y cómo supo sumarse a otros hermanos evangélicos en la lucha por los derechos humanos. Recordaron luchas compartidas junto a  los pobres en Quilmes durante la dictadura, la toma de tierras para asentamientos, la marcha del hambre…

La hermana pentecostal deleitó a la Asamblea con su hermosa voz cantando una canción a Jesús.

Finalmente junto al P. Obispo Carlos, bendijeron a toda la Asamblea y haciendo el envío misionero de llevar la paz y la comunión a todas las realidades de origen.

Fue reafirmar una vez más la vocación ecuménica de la Iglesia y especialmente de Diócesis de Quilmes.







26 de octubre de 2013

El don y la llamada de Dios a la unidad: nuestro compromiso

Esta Declaración sobre la unidad cristiana es una versión preliminar (borrador) que se propondrá a la 10ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en 2013. El texto fue presentado el 30 de agosto 2012 en la 60ª reunión del Comité Central del CMI.



El don y la llamada de Dios a la unidad: nuestro compromiso


1. La Creación es un don del Dios vivo. Celebramos la vida y la diversidad de la Creación, y damos gracias porque es buena (Génesis 1). Es la voluntad de Dios que la Creación entera, reconciliada en el amor de Cristo a través del poder transformador del Espíritu Santo, cohabite en la paz y en la unidad (Efesios 1).

Nuestra experiencia

2. Nuestro planeta y sus pueblos viven la dicotomía entre las más grandes esperanzas y la desesperación más absoluta. Damos gracias por la diversidad de las culturas humanas, por la maravilla del conocimiento y de los descubrimientos, por las comunidades que se reconstruyen y los enemigos que se reconcilian, por aquellos que se curan y aquellos que encuentran alimento. Es motivo de regocijo para nosotros que pueblos de diferentes creencias trabajen juntos por la justicia y por la paz. Estos son signos de esperanza, paz y nuevos comienzos. No obstante, lamentamos que haya también lugares en los que los hijos de Dios siguen sufriendo. La injusticia social y económica, la pobreza y el hambre; todas ellas han hecho estragos en nuestro planeta. También están la violencia y el terrorismo, y la amenaza de la guerra nuclear y de todas las guerras. Muchos son los que padecen SIDA y otras enfermedades, y muchos son también los que se ven desplazados y desposeídos de sus tierras. Muchas mujeres son víctimas de la violencia, la desigualdad y la trata de personas. Algunos hombres también sufren abusos. Hay personas que viven marginadas y excluidas. Todos estamos en peligro de desconectarnos de la tierra y distanciarnos de nuestras culturas. Hemos utilizado la Creación indebidamente y nos enfrentamos a amenazas al equilibrio de la vida, una crisis ecológica cada vez más profunda, y los efectos del cambio climático. Todos ellos son signos de relaciones disfuncionales con Dios y con la Creación, y confesamos que son una afrenta para el don de la vida.

3. Dentro de las iglesias, experimentamos la misma dicotomía entre celebración y duelo. Hay señales de vida palpitante y energía creativa en el crecimiento de las comunidades cristianas en el mundo, con una diversidad nueva y sin precedentes. Hay un sentimiento cada vez más profundo entre las iglesias de que nos necesitamos los unos a los otros y de que Cristo nos llama a la unidad. En lugares en los que las iglesias experimentan angustia y miedo constante de persecución, la solidaridad entre los cristianos de diferentes tradiciones al servicio de la justicia es un signo de la gracia de Dios. El movimiento ecuménico ha alentado nuevas relaciones , creando así un terreno de cultivo en el que puede crecer la unidad. Hay lugares en los que los cristianos trabajan y dan testimonio juntos en sus comunidades locales, y también hay nuevos acuerdos y convenios regionales, así como un sentido de comunidad más fuerte. Reconocemos cada vez más que estamos llamados a compartir con personas de otras religiones y aprender de ellas, a realizar junto a ellas esfuerzos comunes por la justicia, por la paz y para preservar la integridad de la hermosa, bien que doliente, creación de Dios. Estas relaciones que se profundizan y estas oportunidades de servicio compartido nos plantean nuevos retos y amplían nuestras perspectivas.

4. No obstante, lamentamos que también haya experiencias dolorosas de situaciones en las que la diversidad se ha convertido en división, y no hemos reconocido el rostro de Cristo en nuestro prójimo. No logramos reunirnos todos en torno a una misma mesa en la comunión eucarística. Las cuestiones que nos dividen permanecen, y surgen nuevos y profundos desafíos que crean nuevas divisiones entre las iglesias. Nos refugiamos con mucha facilidad en nuestras propias tradiciones yo comunidades, sin aceptar el desafío enriquecedor que representan los dones que otros nos ofrecen. Para algunos, la nueva vida creativa de la fe no parece revestir de la pasión por la unidad o el anhelo de la vida en comunidad con los demás. Esto nos hace más proclives a tolerar la injusticia, o incluso los conflictos entre las iglesias y en el seno de las mismas. No conseguimos avanzar porque algunos están desilusionados y cansados del camino ecuménico.

5. Debido a nuestros fallos humanos, no siempre honramos al Dios que es el origen de nuestra vida. Cuando abusamos del don de la vida con nuestras prácticas de exclusión y marginalización, de explotación de la Creación, o nuestra falta de voluntad para luchar por la justicia, para vivir en paz o para buscar la unidad, estamos rechazando los dones que Dios nos ha ofrecido.

Nuestra visión común de las Escrituras

6. Leer las Escrituras juntos nos abre los ojos al lugar que tiene la comunidad del pueblo de Dios, la Iglesia, dentro de la Creación. Hombres y mujeres han sido creados a imagen y semejanza de Dios, y han recibido la responsabilidad de ser guardianes de la vida (Génesis 1:27-28). El pacto con Israel marcó un momento decisivo en el desarrollo del plan divino de salvación. Los profetas llamaron a este pueblo participante del pacto a trabajar por la justicia y la paz, a asistir a los pobres, los desplazados y los marginados, a ser la luz de las naciones (Miqueas 6:8; Isaías 49:6).

Dios envió a Jesucristo quien, a través de su ministerio y de su muerte en la cruz, quebró las barreras de separación y hostilidad, estableció un nuevo acuerdo, y encarnó la unidad y la reconciliación verdaderas (Efesios 1.9-10 y 2:14 - 16). Jesús anunció la llegada del Reino de Dios, tuvo compasión por las multitudes, sanó a los enfermos y trajo la buena nueva a los pobres (Mateo 9:35-36; Lucas 4:14-24). Con su vida, su muerte y su resurrección, y por el poder del Espíritu Santo, Jesús reveló la comunión de la vida del Dios trino, y abrió para todos un nuevo camino para vivir en comunión con los demás en el amor de Dios (1 Juan 1:1-3). Jesús oró por la unidad de sus discípulos por el bien del mundo (Juan 17:20-24). Encomendó este mensaje y su ministerio de unidad y reconciliación a sus discípulos y, a través de ellos, a la Iglesia, que está llamada a continuar su misión (2 Corintios 5:18-20). Desde el principio, los creyentes vivían en comunidad y se dedicaban a las enseñanzas y el intercambio apostólico, compartiendo el pan y la oración, asistiendo a los pobres, proclamando la buena nueva, y aún así se veían confrontados a divisiones y facciones (Hechos 2:42; Hechos 15).

8. La Iglesia, como Cuerpo de Cristo, encarna el amor que une, reconcilia y se sacrifica en la cruz. En el centro de la propia vida en comunión de Dios siempre habrá una cruz y una resurrección. Es una realidad que se nos revela a nosotros y por nosotros. Oramos y anhelamos ardientemente que Dios renueve la Creación entera (Romanos 8:19-21). Dios siempre está un paso por delante de nosotros, siempre nos sorprende y transciende nuestras faltas, ofreciéndonos el don de la nueva vida.

La llamada de Dios a la unidad hoy

9. En nuestra peregrinación ecuménica, hemos llegado a comprender más sobre la llamada de Dios a la Iglesia para servir a la unidad de toda la Creación. La iglesia está llamada a ser la antesala de la nueva Creación; un signo profético ante el mundo entero de la vida que Dios nos reserva a todos, y el instrumento para anunciar la buena nueva del Reino de Dios de justicia, paz y amor.

10. Como antesala de esta nueva Creación, Dios hace a la Iglesia partícipe de sus dones misericordiosos: una fe basada en las Sagradas Escrituras; el bautismo, en el que existimos en Cristo por obra del Espíritu Santo, y nos convertimos en una nueva creación; la Eucaristía, la expresión más completa de la comunión con Dios y con el prójimo, que crea un sentimiento de comunidad y que nos envía a realizar la misión; el ministerio apostólico , que alimenta los dones de todos los fieles para llevar a cabo la misión de la Iglesia. Las reuniones sinodales y conciliares también son dones al servicio de la comunidad, guiadas por el Espíritu Santo, para definir el consenso, aprender unos de otros y vivir en el sacrificio, sirviendo las necesidades del prójimo y del mundo. La unidad de la Iglesia no es uniforme; la diversidad también es un don creativo y dador de vida. No obstante, la diversidad no puede ser tan grande que los que siguen a Cristo se conviertan en extranjeros y enemigos los unos para los otros, en detrimento de la realidad unitaria de vida en Cristo. [1]

11. En tanto que signo profético, la vocación de la Iglesia es poner de relieve la vida que Dios desea para toda la Creación. Mientras duren nuestras divisiones y hostilidades eclesiásticas, seremos una manifestación muy poco creíble. Las divisiones y la marginación por motivos de etnia, género, estatus, poder o casta también mancillan el testimonio de unidad de la Iglesia. Para ser un signo creíble de nuestra vida en comunidad, tenemos que reflejar las cualidades de paciencia, generosidad, escucha atenta de los demás, responsabilidad mutua, inclusión y voluntad de permanecer unidos en lugar de decir “no te necesito” (1 Corintios 12:21). 12:21). Estamos llamados a ser una comunidad que lleva en su corazón la justicia, que vive en paz, y que no se acomoda en la facilidad de una paz que silencia las protestas y el dolor, sino que lucha por la paz verdadera que va de la mano de la justicia. Sólo al verse renovados e inspirados los cristianos por el Espíritu de Dios podrá la Iglesia ser un testimonio verdadero de la posibilidad de vida en la reconciliación para todos los pueblos, para toda la Creación. La Iglesia es signo creíble y misterio de la gracia de Dios especialmente en la debilidad y en la pobreza, sufriendo como Cristo sufre.[2]

12. Como instrumento, la Iglesia está llamada a hacer sentir la presencia del plan divino de afirmación de la vida de Dios para el mundo, revelado en Jesucristo. Por naturaleza, la Iglesia es misionera y está llamada y enviada para dar testimonio del don de la comunión que Dios ofrece a toda la humanidad y a toda la Creación en el Reino de Dios. A través de su labor de servicio, misión y evangelización realizada a semejanza de Cristo, la Iglesia es instrumental para ofrecer la vida de Dios al mundo.[3] Por el poder del Espíritu Santo, la Iglesia está llamada a proclamar la buena nueva de manera que inspire una respuesta en los diferentes contextos, idiomas y culturas, para trabajar por la justicia y la paz de Dios. Los cristianos viven en presencia de pueblos de otras fes, y están llamados a hacer causa común con ellos cuando sea posible para el bienestar de todos los pueblos y de la Creación.

13. La unidad de la Iglesia, la unidad de la comunidad humana y la unidad de toda la Creación van de la mano y son inseparables. La unidad de la Iglesia requiere una vida de justicia y de paz que nos impulse a trabajar juntos por la justicia y por la paz en el mundo de Dios.

Nuestro compromiso

14. Afirmamos el lugar de la Iglesia en el designio de Dios y nos arrepentimos de las divisiones existentes entre nuestras iglesias y en el seno de las mismas, confesando con dolor que nuestra división afecta a nuestro testimonio de la buena nueva de Jesucristo y se vuelve un testimonio menos creíble de la unidad que Dios desea para todos. Confesamos que hemos cometido errores a la hora de hacer justicia, trabajar por la paz y cuidar de la Creación. A pesar de nuestros errores, Dios es fiel y compasivo, y sigue llamándonos a la unidad. Con nuestra fe en el poder creador y recreador de Dios, esperamos que la Iglesia sea la antesala, el signo creíble y el instrumento eficaz de la nueva vida que Dios le ofrece al mundo. En Dios, que nos lleva hacia la vida en todo su esplendor y plenitud, la esperanza y la pasión por la unidad se ven renovadas.

15. Así, nos impulsamos unos a otros a permanecer comprometidos con “el objetivo principal de la comunidad de iglesias...alentarnos los unos a los otros en el camino hacia la unidad visible en una sola comunidad de fe, en una sola comunidad eucarística expresada en el culto y la vida en común en Cristo, a través del testimonio y el servicio al mundo, y a avanzar hacia esa unidad para que el mundo crea”.[4]

16. Fieles a este llamamiento común, buscaremos juntos la unidad visible en su plenitud de la Iglesia una, santa, católica y apostólica cuando expresemos nuestra unidad sentándonos juntos a la Mesa del Señor. Esta búsqueda de la unidad de la Iglesia nos abrirá a recibir los dones de otras tradiciones y ofrecer nuestros dones a los demás. Continuaremos las discusiones teológicas, prestando atención a las nuevas voces y los diferentes métodos y perspectivas. Intensificaremos nuestro trabajo por la justicia, la paz y la sanación de la Creación, y abordaremos juntos los complejos desafíos de la realidad económica, social y moral actual. Trabajaremos para establecer métodos más justos y participativos para vivir en comunidad. Uniremos nuestras fuerzas con las de otras comunidades de fe por el bienestar de la humanidad y de la Creación. Ante todo, oraremos sin cesar por la unidad por la que Cristo oró (Juan 17): una unidad de fe, amor y compasión que Jesucristo trajo a través de su ministerio; una unidad semejante a la unidad que Jesús compartió con el Padre; una unidad que se basa en la comunión de la vida y el amor del Dios trino. De esta manera, recibimos el mandato de la vocación de la Iglesia de unidad en la misión y en el servicio.

17. Volvemos la vista a Dios, que nos sustenta, y oramos:

Dios de vida,
condúcenos a la justicia y la paz,
para que los que sufren encuentren esperanza,
los heridos obtengan sanación,
y las iglesias divididas alcancen una unidad visible,
por el que ora por nosotros
y en el que somos un sólo cuerpo,
tu Hijo, Jesucristo,
que junto a ti y al Espíritu Santo
es digno de alabanzas; un sólo Dios,
ahora y siempre. Amén




[1] Oramos por que, al responder al documento de Fe y Constitución La iglesia: hacia una visión común, nuestras iglesias adquieran un entendimiento más profundo de la unidad visible que Dios nos llama a vivir en y para el mundo.

[2] Expresamos nuestro agradecimiento por los muchos programas del CMI que han contribuido a que comprendamos lo que significa ser una comunidad de fe en la que las divisiones de etnia, raza, género, poder y clase social se confronten y se superen.

[3] Expresamos nuestro agradecimiento por todo lo que hemos aprendido durante el Decenio para Superar la Violencia sobre la paz a la manera de Dios, reflejado en el “Llamamiento Ecuménico a la Paz Justa” de la Convocatoria Ecuménica Internacional por la Paz que se celebró en Jamaica, y por todo lo que hemos aprendido sobre la misión a la manera de Dios gracias al documento elaborado por la Comisión de Misión Mundial y Evangelización Juntos por la vida: misión y evangelización en contextos cambiantes.

[4] Constitución y Reglamento del Consejo Mundial de Iglesias, modificado por la 9a Asamblea en Porto Alegre (Brasil) en 2006; III: objetivo y funciones. Recordamos las palabras de la primera Asamblea del CMI en 1948 “ “Aquí en Amsterdam....hemos pactado unos con otros al constituir este Consejo Mundial de Iglesias. Estamos firmemente decididos a permanecer juntos.”



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X Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias















Estamos a las puertas de la X Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, que tendrá lugar en Busan, República de Corea, del 30 de octubre al 8 de noviembre.

La Asamblea tiene el mandato de determinar el programa del Consejo para el futuro, elegir a los miembros de los órganos rectores y hablar públicamente en nombre de las iglesias. También es un momento único en el que toda la comunidad de iglesias miembros se reúne para orar y celebrar.

Marcha por la Paz, IX Asamblea del CMI
La Asamblea está convocada bajo el tema: «Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz». Este tema no es solo un eslogan para el acontecimiento, sino que proporciona un enfoque para la reflexión teológica, el culto y la meditación, así como para planificar actividades programáticas antes, durante y después de la Asamblea. El tema elegido está inspirado en la diversidad de los contextos asiáticos y en un sentimiento creciente de la necesidad de preservar la vida y perseguir la justicia.

Participantes de la IX Asamblea
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es una comunidad mundial de iglesias que buscan la unidad, el testimonio común y el servicio. Es la mayor y más representativa de las muchas expresiones organizadas del moderno movimiento ecuménico. Agrupa a iglesias, denominaciones y comunidades de iglesias en más de 110 países y territorios de todo el mundo que representan más de 560 millones de cristianos, incluidas la mayoría de las iglesias ortodoxas, gran cantidad de iglesias anglicanas, bautistas, luteranas, metodistas y reformadas, así como muchas iglesias unidas e independientes. Al final del año 2012 el CMI contaba con 345 iglesias miembros. Aunque la Iglesia católica romana no es miembro del CMI, está presente en sus Asambleas por medio de delegados fraternos y participa en algunas de sus Comisiones y organismos con una representación oficial.

Grupos de reflexión bíblica y diálogo fraterno,
uno de los espacios fundamentales de cada Asamblea.
En comunión con las iglesias y comunidades que participarán en la Asamblea, rezamos:

En el camino hacia Busan,
que podamos caminar
humildemente contigo,
Dios de la vida.

En el camino hacia Busan,
guíanos cuando nos reunimos,
oramos y reflexionamos
siguiendo a Jesucristo.

En el camino hacia Busan,
condúcenos por los senderos de la justicia,
la paz y el gozo en el Espíritu Santo. Amén.

Participantes de la IX Asamblea
en una manifestación pública
de oración y llamamiento en favor de la paz.
Dios de vida,
condúcenos a la justicia y la paz,
para que los que sufren encuentren esperanza,
los heridos obtengan sanación,
y las iglesias divididas alcancen una unidad visible,
por Aquél que ora por nosotros
y en quien somos un sólo cuerpo,
tu Hijo, Jesucristo,
que junto a ti y al Espíritu Santo
es digno de alabanzas; 
un sólo Dios, ahora y siempre. Amén.




Más información sobre la Asamblea en el sitio web del Consejo Mundial de Iglesias, en el sitio web de la X Asamblea del CMI, y a través de la cuenta oficial de Twitter.


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