26 de enero de 2014

«Cristo no puede estar dividido»

En la conclusión de la Semana de oración por la unidad de los cristianos, el Papa preside las Vísperas en la Basílica romana de San Pablo Extramuros



La tarde del 25 de enero, el Papa Francisco se trasladó a la Basílica romana de San Pablo Extramuros para presidir, en la fiesta de la conversión del Apóstol de las gentes, las Segundas Vísperas, culminando así la Semana de oración por la unidad de los cristianos de este año.

Este octavario comenzó [en países del hemisferio norte] el pasado día 18. Y el tema de los textos de la Semana de oración de este año fueron tomados de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios: «¿Acaso Cristo está dividido? (1 Co 1, 1-17)». Una vez más, en esta celebración, en la Basílica papal de San Pablo Extramuros, participaron los representantes de las demás Iglesias y Comunidades eclesiales presentes en Roma; junto al clero y los fieles de la diócesis del Papa para renovar juntos nuestra oración al Señor, fuente de la unidad.

En su homilía, el Papa comenzó diciendo: «¿Está dividido Cristo?» (1 Co 1,13). La enérgica llamada de atención de san Pablo al comienzo de su Primera carta a los Corintios, que resuena en la liturgia de esta tarde, ha sido elegida por un grupo de hermanos cristianos de Canadá como guión para nuestra meditación durante la Semana de Oración de este año.

Y añadió textualmente: El Apóstol ha recibido con gran tristeza la noticia de que los cristianos de Corinto están divididos en varias facciones. Hay quien afirma: «Yo soy de Pablo»; otros, sin embargo, declaran: « Yo soy de Apolo»; y otros añaden: «Yo soy de Cefas». Finalmente, están también los que proclaman: «Yo soy de Cristo» (cf. v. 12). Pero ni siquiera los que se remiten a Cristo merecen el elogio de Pablo, pues usan el nombre del único Salvador para distanciarse de otros hermanos en la comunidad. En otras palabras, la experiencia particular de cada uno, la referencia a algunas personas importantes de la comunidad, se convierten en el criterio para juzgar la fe de los otros.

En esta situación de división, Pablo exhorta a los cristianos de Corinto, «en nombre de nuestro Señor Jesucristo», a ser unánimes en el hablar, para que no haya divisiones entre ellos, sino que estén perfectamente unidos en un mismo pensar y un mismo sentir (cf. v. 10).

Y prosiguió diciendo: Nuestras divisiones hieren su cuerpo, dañan el testimonio que estamos llamados a dar en el mundo. El Decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II, refiriéndose al texto de san Pablo que hemos meditado, afirma de manera significativa: «Con ser una y única la Iglesia fundada por Cristo Señor, son muchas, sin embargo, las Comuniones cristianas que se presentan a los hombres como la verdadera herencia de Jesucristo; ciertamente, todos se confiesan discípulos del Señor, pero sienten de modo distinto y marchan por caminos diferentes, como si Cristo mismo estuviera dividido». Y, por tanto, añade: «Esta división contradice clara y abiertamente la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y perjudica a la causa santísima de predicar el Evangelio a toda criatura» (Unitatis redintegratio, 1).

Al reafirmar que Cristo no puede estar dividido. Y que esta certeza debe animarnos y sostenernos para continuar con humildad y confianza en el camino hacia el restablecimiento de la plena unidad visible de todos los creyentes en Cristo, el Papa Bergoglio recordó la obra de dos grandes Papas: los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II. Tanto uno como otro – dijo – fueron madurando durante su vida la conciencia de la urgencia de la causa de la unidad y, una vez elegidos a la Sede de Pedro, han guiado con determinación a la grey católica por el camino ecuménico.

El papa Juan, abriendo nuevas vías, antes casi impensables. El papa Juan Pablo, proponiendo el diálogo ecuménico como dimensión ordinaria e imprescindible de la vida de cada Iglesia particular. Junto a ellos, menciono también al papa Pablo VI, otro gran protagonista del diálogo, del que recordamos precisamente en estos días el quincuagésimo aniversario del histórico abrazo en Jerusalén con el Patriarca de Constantinopla, Atenágoras.

Y añadió: La obra de estos predecesores míos ha conseguido que el aspecto del diálogo ecuménico se haya convertido en una dimensión esencial del ministerio del Obispo de Roma, hasta el punto de que hoy no se entendería plenamente el servicio petrino sin incluir en él esta apertura al diálogo con todos los creyentes en Cristo. También podemos decir que el camino ecuménico ha permitido profundizar la comprensión del ministerio del Sucesor de Pedro, y debemos confiar en que seguirá actuando en este sentido en el futuro. Mientras consideramos con gratitud los avances que el Señor nos ha permitido hacer, y sin ocultar las dificultades por las que hoy atraviesa el diálogo ecuménico, pidamos que todos seamos impregnados de los sentimientos de Cristo, para poder caminar hacia la unidad que él quiere.

En este ambiente de oración por el don de la unidad, el Papa Francisco saludó cordial y fraternalmente al Metropolita Gennadios, representante del Patriarcado Ecuménico, a Su Gracia David Moxon, representante del arzobispo de Canterbury en Roma, y a todos los representantes de las diversas Iglesias y Comunidades Eclesiales presentes esta tarde en la Basílica de San Pablo Extramuros.

Y concluyó con estas palabras: Queridos hermanos y hermanas, oremos al Señor Jesús, que nos ha hecho miembros vivos de su Cuerpo, para que nos mantenga profundamente unidos a él, nos ayude a superar nuestros conflictos, nuestras divisiones, nuestros egoísmos, y a estar unidos unos a otros por una sola fuerza, la del amor, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones (cf. Rm 5, 5 ). Amén.


Texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco

«¿Está dividido Cristo?» (1 Co 1,13). La enérgica llamada de atención de san Pablo al comienzo de su Primera carta a los Corintios, que resuena en la liturgia de esta tarde, ha sido elegida por un grupo de hermanos cristianos de Canadá como guión para nuestra meditación durante la Semana de Oración de este año.

El Apóstol ha recibido con gran tristeza la noticia de que los cristianos de Corinto están divididos en varias facciones. Hay quien afirma: «Yo soy de Pablo»; otros, sin embargo, declaran: « Yo soy de Apolo»; y otros añaden: «Yo soy de Cefas». Finalmente, están también los que proclaman: «Yo soy de Cristo» (Cf. v. 12). Pero ni siquiera los que se remiten a Cristo merecen el elogio de Pablo, pues usan el nombre del único Salvador para distanciarse de otros hermanos en la comunidad. En otras palabras, la experiencia particular de cada uno, la referencia a algunas personas importantes de la comunidad, se convierten en el criterio para juzgar la fe de los otros.

En esta situación de división, Pablo exhorta a los cristianos de Corinto, «en nombre de nuestro Señor Jesucristo», a ser unánimes en el hablar, para que no haya divisiones entre ellos, sino que estén perfectamente unidos en un mismo pensar y un mismo sentir (Cf. v. 10). Pero la comunión que el Apóstol reclama no puede ser fruto de estrategias humanas. En efecto, la perfecta unión entre los hermanos sólo es posible cuando se remiten al pensar y al sentir de Cristo (Cf. Flp 2, 5). Esta tarde, mientras estamos aquí reunidos en oración, nos damos cuenta de que Cristo, que no puede estar dividido, quiere atraernos hacia sí, hacia los sentimientos de su corazón, hacia su abandono total y confiado en las manos del Padre, hacia su despojo radical por amor a la humanidad. Sólo él puede ser el principio, la causa, el motor de nuestra unidad.

Cuando estamos en su presencia, nos hacemos aún más conscientes de que no podemos considerar las divisiones en la Iglesia como un fenómeno en cierto modo natural, inevitable en cualquier forma de vida asociativa. Nuestras divisiones hieren su cuerpo, dañan el testimonio que estamos llamados a dar en el mundo. El Decreto sobre el ecumenismo del Vaticano II, refiriéndose al texto de san Pablo que hemos meditado, afirma de manera significativa: «Con ser una y única la Iglesia fundada por Cristo Señor, son muchas, sin embargo, las Comuniones cristianas que se presentan a los hombres como la verdadera herencia de Jesucristo; ciertamente, todos se confiesan discípulos del Señor, pero sienten de modo distinto y marchan por caminos diferentes, como si Cristo mismo estuviera dividido». Y, por tanto, añade: «Esta división contradice clara y abiertamente la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y perjudica a la causa santísima de predicar el Evangelio a toda criatura» (Unitatis redintegratio, 1). ¡Todos nosotros hemos sido dañados por las divisiones! ¡Ninguno de nosotros queremos llegar a ser un escándalo! Y por esto todos nosotros caminamos juntos, fraternamente, por el camino hacia la unidad, también haciendo unidad en el caminar, esa unidad que viene del Espíritu Santo y que nos lleva a una singularidad especial, que sólo el Espíritu Santo puede hacer: esa diversidad reconciliada. ¡El Señor nos espera a todos, nos acompaña a todos: está con todos nosotros en este camino de la unidad!

Queridos amigos, Cristo no puede estar dividido. Esta certeza debe animarnos y sostenernos para continuar con humildad y confianza en el camino hacia el restablecimiento de la plena unidad visible de todos los creyentes en Cristo. Me es grato recordar en este momento la obra de dos grandes Papas: los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II. Tanto uno como otro fueron madurando durante su vida la conciencia de la urgencia de la causa de la unidad y, una vez elegidos como Obispos de Roma, han guiado con determinación a la grey católica por el camino ecuménico. El Papa Juan, abriendo nuevas vías, antes casi impensables. El Papa Juan Pablo, proponiendo el diálogo ecuménico como dimensión ordinaria e imprescindible de la vida de cada Iglesia particular. Junto a ellos, menciono también al Papa Pablo VI, otro gran protagonista del diálogo, del que recordamos precisamente en estos días el quincuagésimo aniversario del histórico abrazo en Jerusalén con el Patriarca de Constantinopla, Atenágoras.

La obra de estos predecesores míos ha conseguido que el aspecto del diálogo ecuménico se haya convertido en una dimensión esencial del ministerio del Obispo de Roma, hasta el punto de que hoy no se entendería plenamente el servicio petrino sin incluir en él esta apertura al diálogo con todos los creyentes en Cristo. También podemos decir que el camino ecuménico ha permitido profundizar la comprensión del ministerio del Sucesor de Pedro, y debemos confiar en que seguirá actuando en este sentido en el futuro. Mientras consideramos con gratitud los avances que el Señor nos ha permitido hacer, y sin ocultar las dificultades por las que hoy atraviesa el diálogo ecuménico, pidamos que todos seamos impregnados de los sentimientos de Cristo, para poder caminar hacia la unidad que él quiere. ¡Y caminar juntos ya es hacer unidad!

En este ambiente de oración por el don de la unidad, quisiera saludar cordial y fraternalmente a Su Eminencia el Metropolita Gennadios, representante del Patriarcado Ecuménico, a Su Gracia David Moxon, representante del arzobispo de Canterbury en Roma, y a todos los representantes de las diversas Iglesias y Comunidades Eclesiales que esta tarde han venido aquí. Con estos dos hermanos, en representación de todos, hemos rezado en el Sepulcro de Pablo y hemos dicho entre nosotros: “¡Oramos para que Él nos ayude en este camino, en este camino de la unidad, el amor, haciendo camino de unidad!”. La unidad no vendrá como un milagro al final: la unidad viene en el camino, la hace el Espíritu Santo en el camino. Si nosotros no caminamos juntos, si nosotros no rezamos unos por otros, si nosotros no trabajamos en tantas cosas que podemos hacer en este mundo por el Pueblo de Dios, ¡la unidad no vendrá! Se hace en este camino, en cada paso, y no la hacemos nosotros: la hace el Espíritu Santo, que ve nuestra buena voluntad.

Queridos hermanos y hermanas, oremos al Señor Jesús, que nos ha hecho miembros vivos de su Cuerpo, para que nos mantenga profundamente unidos a él, nos ayude a superar nuestros conflictos, nuestras divisiones, nuestros egoísmos, ¡y recordemos que la unidad siempre es superior al conflicto! Y nos ayude a estar unidos unos a otros por una sola fuerza, la del amor, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones (Cf. Rm 5, 5). Amén.





(María Fernanda Bernasconi – RV).
Fuente: Radio Vaticano



Celebración de vísperas de la fiesta de la conversión del Apóstol San Pablo, conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en Roma


Video completo de la celebración
(KTO - Televisión católica francesa: audio original con comentarios en francés)




Librito de la celebración [pdf]

22 de enero de 2014

Francisco: “Si estamos divididos no haremos creíble el Evangelio que predicamos

Ciudad del Vaticano (AICA): Ante miles de fieles y peregrinos, congregados en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco dedicó su catequesis de hoy, miércoles 22 de enero, a reflexionar sobre la Semana de oración por la unidad de los cristianos. El Papa elogió esta iniciativa que, a lo largo de estos años, persigue el objetivo de Cristo en el Evangelio cuando pide al Padre que “todos sean uno” para que el mundo crea. Desde el lema escogido para este año: “¿Es que Cristo está dividido?”, el Santo Padre señaló que Cristo no está dividido y que lo que quiere es la unión de todos con Él. “Sin embargo, dijo el Papa, debemos reconocer con dolor que en nuestras comunidades se dan divisiones que son un escándalo y que afectan a la credibilidad y eficacia de nuestro compromiso evangelizador”.


Ante miles de fieles y peregrinos, congregados en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco dedicó su catequesis de hoy, miércoles 22 de enero, a reflexionar sobre la Semana de oración por la unidad de los cristianos.

El Papa elogió esta iniciativa que, a lo largo de estos años, persigue el objetivo de Cristo en el Evangelio cuando pide al Padre que “todos sean uno” para que el mundo crea.

Desde el lema escogido para este año: “¿Es que Cristo está dividido?”, el Santo Padre señaló que Cristo no está dividido y que lo que quiere es la unión de todos con Él.

Francisco lamenta la división que hay entre los creyentes, lo cual es un escándalo y debemos reconocerlo con toda humildad. Ante una situación como la de Pablo que denuncia en la comunidad de entonces, que unos se consideren de Cefas, otros de Apolo, y otros de Saulo, el Papa recuerda que todos somos de Cristo, y Cristo de Dios. De esta manera es Germen de unidad, algo que nos viene dado por el Bautismo y la fuerza de la Cruz. Y es que si estamos divididos, no haremos creíble el Evangelio que predicamos.

“También nosotros, expresó el Papa en su catequesis, a pesar del sufrimiento causado por las divisiones, debemos aprender a reconocer con gozo los dones que Dios concedió a otros cristianos, y a recibirlos con un corazón grande y generoso. Y para esto se requiere humildad, reflexión y una continua conversión”.

El Santo Padre recordó también cómo Pablo exhorta a los fieles de Corinto a aprovechar las Gracias que Dios da, y pide que los creyentes seamos capaces de aceptar los dones sacramentales, que nos ayudarán a superar cualquier tipo de tensión y nos harán una comunidad unida y capaz de dar testimonio.

Francisco ha terminado su catequesis, como ya es habitual, saludando a todos los presentes y haciendo un resumen de sus palabras en los distintos idiomas, invitando a dar gracias a Dios por todos los dones recibidos a lo largo de la vida, lo que nos debe llevar a una profunda conversión del corazón. Finalmente también ha impartido la Bendición Apostólica.


Texto completo de la catequesis del Papa 

Queridos hermanos y hermanas El pasado sábado comenzó la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que concluirá el sábado próximo, fiesta de la Conversión de san Pablo apóstol. Esta iniciativa espiritual, muy preciosa, implica a las comunidades cristianas desde hace más de cien años. Se trata de un tiempo dedicado a la oración por la unidad de todos los bautizados, según la voluntad de Cristo: “que todos sean una sola cosa” (Jn 17,21).

Cada año, un grupo ecuménico de una región del mundo, bajo la guía del Consejo Ecuménico de las Iglesias y del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, sugiere el tema y prepara subsidios para la semana de oración. Este año estos subsidios provienen de las Iglesias y Comunidades eclesiales de Canadá, y hacen referencia a la pregunta dirigida por san Pablo a los cristianos de Corinto: “¿Acaso está Cristo dividido?” (1 Cor 1,13).

Ciertamente Cristo no está dividido. Pero debemos reconocer sinceramente, con dolor, que nuestras comunidades siguen viviendo divisiones que son de escándalo. La división entre nosotros los cristianos es un escándalo, no hay otra palabra, es un escándalo. “Cada uno de ustedes – escribía el Apóstol – dice: “Yo soy de Pablo”, “Yo en cambio soy de Apolo”, “Yo soy de Cefas”, “Yo soy de Cristo” (1,12).

Tampoco los que profesaban a Cristo como su cabeza son aplaudidos por Pablo, porque usaban el nombre de Cristo para separarse de los demás dentro de la comunidad cristiana. ¡Pero el nombre de Cristo crea comunión y unidad, no división! Él vino a hacer comunión entre nosotros, no para dividirnos. El Bautismo y la Cruz son elementos centrales del discipulado cristiano que tenemos en común. Las divisiones en cambio debilitan la credibilidad y la eficacia de nuestro compromiso de evangelización y corren el riesgo de vaciar a la Cruz de su poder (cfr 1,17).

Pablo riñe a los Corintios por sus disputas, pero también da gracias al Señor “con motivo de la gracia de Dios que les fue dada dada en Cristo Jesús, porque en él han sido enriquecidos con todos los dones, los de la palabra y los del conocimiento” (1,4-5). Estas palabras de Pablo no son una simple formalidad, sino el signo que él ve ante todo –y por esto se alegra sinceramente– los dones hechos por Dios a la comunidad. Esta actitud del Apóstol es un aliento para nosotros y para cada comunidad cristiana a reconocer con alegría los dones de Dios presentes en otras comunidades.

A pesar del sufrimiento de las divisiones, que por desgracia aún permanecen, acojamos las palabras de Pablo como una invitación a alegrarnos sinceramente por las gracias concedidas por Dios a otros cristianos. Tenemos el mismo bautismo, el mismo Espíritu Santo que nos concede las gracias. Reconozcámoslo y alegrémonos. Es hermoso reconocer la gracia con la que Dios nos bendice y, aún más, encontrar en otros cristianos algo que necesitamos, algo que podríamos recibir como un don de nuestros hermanos y de nuestras hermanas.

El grupo canadiense que preparó los subsidios de esta Semana de oración no invitó a las comunidades a pensar en lo que podrían dar a sus vecinos cristianos, sino que las exhorta a encontrarse para comprender lo que todas pueden recibir a su vez de las demás. Esto requiere algo más. Requiere mucha oración, requiere humildad, requiere reflexión y continua conversión. Vayamos adelante en este camino rezando por la unidad de los cristianos, para que este escándalo disminuya y no se dé más entre nosotros. Gracias.



Fuente: AICA / Foto: Photographic Service L'Osservatore Romano

Card. Koch: “Ha llegado la hora de reencontrarnos en el mismo altar”

Cardenal Kurt Koch
Al comienzo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos [en el hemisferio norte, donde se celebra entre el 18 y el 25 de enero], presentamos nuestra traducción de una entrevista al Cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, sobre la perspectiva del ecumenismo en el pontificado de Francisco.

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El Papa Francisco ha sido la gran “novedad” del 2013. Y “desde el punto de vista ecuménico, su pontificado ha comenzado de inmediato muy bien. En la fiesta de inauguración estaban presentes todos los representantes de las Iglesias. Estaba también el Patriarca ecuménico de Constantinopla y era la primera vez en la historia que un Patriarca estaba presente en la inauguración de un nuevo pontificado”. Por lo tanto, cuenta el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el balance ecuménico de este año – gracias también a Francisco – conquista un vistoso signo “más”. “Desde el punto de vista del contenido – añade enseguida el cardenal-, creo que hay una gran continuidad entre Benedicto XVI y Francisco porque a ambos les importa mucho el ecumenismo”.


A propósito de contenidos, en la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”, el Papa Francisco toca puntos muy importantes como la colegialidad y el primado del Pontífice. ¿Cómo han sido recibidas estas aperturas?

Las reacciones a la Exhortación Apostólica que he recibido de los representantes de otras Iglesias son bellísimas. Han quedado muy impresionados, apreciando sobre todo el hecho de que esta Exhortación expresa una visión común. En el parágrafo dedicado al diálogo ecuménico, se advierte cómo los católicos pueden aprender de otras Iglesias. El Santo Padre cita como ejemplo de sinodalidad a la Iglesia ortodoxa. Y en mi reciente visita, el Patriarca de Moscú ha mencionado precisamente este punto.

Cincuenta años atrás, el abrazo entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras. Parecía el comienzo de una historia nueva. ¿Qué ha sucedido luego?

Ha sido un gran evento: los líderes de la Iglesia ortodoxa y de la Iglesia católica se encontraban en Jerusalén después de de mil años de separación. Este encuentro provocó otro gran evento, que fue el fin de las excomuniones realizado conjuntamente por las dos Iglesias, en 1965, en la catedral del Fanar en Constantinopla y en la Basílica de San Pedro en Roma. Terminó así la era de la excomunión y se abrió la era de la comunión. En este sentido, el encuentro de Jerusalén marcó el inicio del diálogo de la caridad y de la verdad.

El Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé,
el 20 de marzo de 2013
Para conmemorarlo, el 25 de mayo, el Papa y el Patriarca Bartolomé se han dado cita en Jerusalén. ¿Qué se espera de este encuentro?

Es, en primer lugar, un acto de conmemoración de estos 50 años y espero que este encuentro pueda hacer reencontrar la pasión por la unidad que estaba presente en los tiempos de Pablo VI y Atenágoras. Si leo hoy los textos recogidos en el Tomos Agapis, emerge la pasión por la unidad. Atenágoras dice: “La hora ha llegado”. La hora de reencontrarnos en el mismo altar. Me parece que esta pasión por reencontrar la comunión eclesial y eucarística debe ser profundizada y revitalizada.

¿Habrá una declaración común?

Cuál será el contenido de la declaración es algo que el Papa Francisco y el Patriarca deben todavía ver para saber qué decir en común a la Iglesia y al mundo. Este encuentro quiere ser un paso en el camino a realizar hacia el futuro.

Usted se ha encontrado con el Patriarca Kirill. ¿Han hablado de un eventual encuentro con el Papa?

Sí, hemos hablado de un eventual encuentro entre el Santo Padre y el Patriarca de Moscú, pero el metropolita Hilarion siempre ha subrayado que la preparación es mucho más importante que la fecha, ya que sería la primera vez en la historia de las relaciones entre Moscú y Roma que un Patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa y un Papa de Roma se encuentran. Por lo tanto, es necesario preparar bien qué quieren hacer y decir, y esto forma parte de una fase preparatoria.

Moscú, Constantinopla, Roma. Yo soy de Pablo, yo soy de Pedro. El tema de la inminente Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18-25 de enero) es “¿Acaso Cristo ha sido dividido?”. ¿Qué paso adelante se pide a cada una de las Iglesias?

Pienso que es necesario tomar en serio la conciencia de que Cristo no puede estar dividido. El fundamento de todo el compromiso ecuménico es la oración sacerdotal de Jesús que dice que la unidad entre los discípulos de Cristo es la voluntad del Señor y todos nosotros que venimos de Pablo, Pedro y Andrés, tenemos la tarea y la responsabilidad de escuchar la voluntad de Jesús y de reencontrar esta unidad. Pablo, Pedro y Andrés eran seguramente personas diversas, con carismas diversos, pero todos eran amigos de Cristo.

¿No le parece paradójico que precisamente el primado del Papa sea piedra de división?

Ya Pablo VI dijo que el primado es el obstáculo más profundo del ecumenismo. Pero esto es sólo un lado de la cuestión: el otro es que el primado es una gran oportunidad para el ecumenismo. Tomemos como ejemplo los tres encuentros de Asís que han convocado Juan Pablo II y Benedicto XVI: ¿quién podía invitar a todas las Iglesias, y a las otras religiones, sino el Papa de Roma? Juan Pablo II escribió en el libro “Cruzando el umbral de la esperanza” que el ministerio de Pedro es un ministerio de unidad y tiene un sentido profundo para el ecumenismo. Todos los Papas después del Concilio Vaticano II, desde Pablo VI hasta Francisco, son Papas ecuménicos que quieren la unidad y, en este sentido, su primado no sólo no es un obstáculo sino que es también un gran puente para el ecumenismo.


Fuente: Agencia SIR - Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
Fotos: Europa Press (Card. Koch) / Catholic News Service photo - L'Osservatore Romano via Reuters (Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé)

17 de enero de 2014

El patriarca Bartolomeo y el primado anglicano Welby se encuentran en Estambul

El Patriarca Bartolomeo y el Arzobispo Welby durante su encuentro
en El Fanar (Estambul), residencia del Patriarca Ecuménico.
"Continuar las relaciones e intensificar la cooperación para dar un testimonio común en particular en Europa". Estos son los propósitos expresados por el patriarca ecuménico y arzobispo de Contantinopla, Bartolomeo, y del primado de la Comunión anglicana y arzobispo de Canterbury, Justin Welby, reunidos este lunes y martes en Estambul.

Ambos han reiterado la importancia del diálogo teológico en curso y el compromiso en lo relacionado con la Iglesia ortodoxa y de los anglicanos. El coloquio es el primero desde que Welby fue entronizado como arzobispo de Canterbury, y según informa un artículo del Osservatore Romano, "se ha realizado durante dos días caracterizados por un clima de gran amistad".

Ambos han expresado en particular la "preocupación por la injusticia presente en muchas partes del mundo" y han rezado por los pobres y los oprimidos, por la paz y la justicia en todo el  mundo, en particular en Oriente Medio. Continúan el artículo, subrayando que Bartolomeo y Welby se han encontrado de acuerdo en el "explorar las modalidades para promover una mayor conciencia sobre las cuestiones ambientales como la defensa de los valores cristianos, de la dignidad humana y de los derechos religiosos".

Bartolomeo, en su discurso de bienvenida recordó lo que en el pasado "el acercamiento entre las dos Iglesias ha ayudado en gran medida por el intercambio de estudiantes" y expresó su deseo de que esto continúe en el futuro. El patriarca explicó que la escuela teológica en Halki solía ofrecer becas a estudiantes anglicanos y cuando sea reabierta, desea que se retome esta tradición.

Por su parte, el primado anglicano manifestó su satisfacción por la oportunidad del encuentro y la vista a Estambul y añadió que "esta ciudad ha dejado el signo sobre el cristianismo en su conjunto en una variedad de formas". Asimismo, denunciando a quien quiere utilizar la religión como coartada para la violencia, el primado anglicano recordó el testimonio ofrecido por el patriarcado ecuménico: "vosotros habéis demostrado a lo largo de los siglos el martirio al que estamos llamados en la Escritura, la llamada a testimoniar con las palabras y la vida. Una llamada más importante que la vida misma". También quiso mostrar su cercanía y ofrecer su oración por los dos obispos de Aleppo secuestrados.

Finalmente, Welby dijo dirigiéndose a Bartolomeo: "usted mismo ha sido un ejemplo de paz y de reconciliación en su histórica visita en ocasión del inicio de pontificado del papa Francisco. Estambul es el cruce entre Europa y Asia. Es el lugar donde dos grandes religiones se encuentra. Su significado para el comercio es enorme y continúa recordándonos la importancia de Turquía como una nación industrial y comercial. Comercio y negocios pueden ser objeto de codicia, pero en la Gracia de Dios pueden abrir el camino al diálogo entre las naciones".

Durante estos meses de pontificado del papa argentino, ya hemos asistido a algunos gestos y momentos de cercanía entre ambas iglesias.

Francisco recibió a Bartolomeo, patriarca ecuménico de Constantinopla, el 20 de marzo, cuando éste asitió al Vaticano para la ceremonia de inicio del pontificado.

En ocasión de la fiesta del apostol san Andrés, patrono de la Iglesia ortodoxa de Constantinopla o Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que se celebra el 30 de noviembre, una delegación de Santa Sede participó en Estambul de las celebraciones. Allí mismo se pudo leer el mensaje que envió el santo padre Francisco donde recordaba la "dramática situación de tantos pueblos que están sufriendo, víctimas de la violencia y la guerra, hambre, pobreza y graves desastres naturales". También mencionó la situación de los cristianos en Oriente Medio, y su derecho de permanecer en sus países". Y reiteró que "el diálogo, el perdón y la reconciliación son los únicos caminos posibles para resolver el conflicto".

Cuando Francisco recibió a la delegación ortodoxa el pasado 29 de junio, señaló que "la búsqueda de la unidad entre cristianos es una urgencia a la cual, hoy más que nunca, no podemos escapar" y exhortó a "no tener miedo del encuentro y del verdadero diálogo".

Por otro lado también el arzobispo Welby ha tenido ocasión de reunirse con Francisco. Fue el 14 de junio cuando el arzobispo de Canterbury fue recibido en el Vaticano.  El primado anglicano tomó posesión en una solemne ceremonia como nuevo arzobispo de Canterbury el pasado 21 de marzo, tan sólo dos días después de la misa de inicio del pontificado de Francisco, razón por la que no pudo acudir a Roma en aquella ocasión.

En el encuentro entre Welby y Francisco, el Santo Padre recordó que entre la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia de Roma "las últimas décadas se han caracterizado por un camino de acercamiento y fraternidad, por el que debemos dar gracias a Dios". Asimismo observó que ese día era "una ocasión para recordar que el compromiso de la unidad entre los cristianos no deriva de razones de orden práctico sino de la voluntad misma del Señor Jesucristo que nos ha hecho hermanos suyos e hijos de un único Padre".



Más información (incluyendo fotografías del encuentro, los discursos del Patriarca Bartolomeo y el Arzobispo Welby, y su declaración conjunta) en el sitio del Patriarcado ecuménico de Constantinopla (inglés, enlace externo).

Fuente: Zenit. / Fotografía: N. Manginas

«Encontremos el espacio para crecer en comunión y unidad»: Francisco a la Delegación ecuménica de Finlandia

El Papa Francisco recibió esta mañana en audiencia a la Delegación ecuménica de Finlandia, que tradicionalmente es recibida por los Pontífices, desde Juan Pablo II, para la fiesta de san Enrique, patrono de Finlandia.

“A los miembros de la comunidad de Corinto, marcada por las divisiones -les ha dicho el Papa- el apóstol pregunta: “¿Es que Cristo está dividido?”. Esa pregunta es el tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que se abre mañana;hoy está dirigida a nosotros. Frente a algunas voces que ya no reconocen como objetivo alcanzable la unidad plena y visible de la Iglesia, estamos invitados a no desistir en nuestro esfuerzo ecuménico, fieles a lo que el mismo Señor Jesús invocó del Padre: “Que todos sean una cosa sola”.

En nuestra época, también el camino ecuménico y las relaciones entre los cristianos atraviesan por cambios significados debido, “en primer lugar en el hecho de que nos encontramos profesando nuestra fe en el contexto de sociedades y culturas donde cada vez está menos presente la referencia a Dios y a todo lo que llama a la dimensión trascendental de la vida. Lo vemos sobre todo en Europa, pero no sólo aquí”.

Por eso motivo es necesario que el testimonio “se concentre en el núcleo de nuestra fe sobre el anuncio del amor de Dios que se manifiesta en Cristo, su Hijo. Aquí encontramos espacio para crecer en la comunión espiritual que nace directamente del mandamiento de amor que Jesús dejó a sus discípulos. A esa dimensión se refería también el Concilio Vaticano II:”Esta conversión del corazón y santidad de vida, juntamente con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos, han de considerarse como el alma de todo el movimiento ecuménico, y con razón puede llamarse ecumenismo espiritual”. El ecumenismo es, efectivamente, un proceso espiritual que se realiza en la obediencia fiel al Padre, en el cumplimiento de la voluntad de Cristo y bajo la guía del Espíritu Santo”.

Francisco se ha despedido de la delegación de Finlandia invitando a todos a invocar “sin cansancio la ayuda de la gracia de Dios y la iluminación del Espíritu Santo, que nos introduce en la verdad toda entera, portadora de reconciliación y de comunión”.


Fuentes: Radio Vaticano y Vatican Information Service