14 de mayo de 2013

Consejo Mundial de Iglesias: Mensaje de Pentecostés 2013



Y como él fue exaltado por la diestra de Dios,
recibió del Padre la promesa del Espíritu Santo, 
y ha derramado esto que ahora están viendo y oyendo.
Hechos 2:33 RVC

Vitral en la Iglesia Nuestra Señora de las Victorias
en Patterson (Estados Unidos). / Foto: Loci B. Lenar
Hemos celebrado con alegría la fiesta de Pascua. Hemos recordado el momento en el que Jesús deja a sus discípulos que tanto amaba y que lo amaban para ascender a los cielos. Ahora, hoy, celebramos la fiesta de Pentecostés, el día del inestimable don de Dios al mundo: el don del Espíritu Santo. Estamos llamados, en el poder de ese Espíritu, a volvernos nuevamente a Dios, a entregarnos gozosamente a Jesucristo y estar al servicio de nuestros hermanos y hermanas que aún no conocen la buena noticia de que Jesús los ama.

Mucho antes del nacimiento de Jesús, el pueblo de Israel, que dio su nombre a nuestra festividad, ya celebraba Pentecostés. El día de Pentecostés los israelitas daban gracias por las cosechas y ofrecían sus primeros frutos. Recordaban que Dios los había salvado de la esclavitud en Egipto y les había dado los diez mandamientos. En el libro de Deuteronomio leemos: “Acuérdate de que fuiste esclavo en Egipto” (Deuteronomio 16:12).

Muchos años han pasado desde los tiempos en que Israel celebraba la fiesta de Pentecostés, recordando los actos salvíficos de Dios para con su pueblo. Hoy, Pentecostés tiene un nuevo significado para nosotros. Ya no se nos pide que demos a Dios los primeros frutos de la cosecha. Por el contrario, es Dios quien nos da a nosotros un don, el don del Espíritu Santo, para reavivar la llama del amor divino infinito manifestado en la muerte y la resurrección de Jesucristo por la salvación de todo el mundo.

Nuestro presidente, originario de la región del Pacífico, nos ha contado la forma en que el poder del Espíritu de Pentecostés ha obrado en la Conferencia de Iglesias del Pacífico. Durante los últimos años, la región ha debido enfrentarse con muchos y graves problemas financieros y espirituales.  Sin embargo, en medio de esa situación, las iglesias han vivido una experiencia de renovación gracias al Espíritu de Pentecostés que reanimó la llama del ecumenismo: la pasión por la unidad y la solidaridad en sus comunidades. Los dirigentes de iglesia, el clero, los laicos, hombres y mujeres, y los jóvenes se han unido en una humilde oración con actitud de abnegación, inspirados en las palabras de Miqueas: “¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8). Este fue el tema de la Asamblea General de la Conferencia de Iglesias del Pacífico (PCC) recientemente celebrada. Tras cumplir 50 años de existencia el viento de Pentecostés aún hace ondear las velas del barco que es la PCC, infundiéndole fuerzas para continuar su viaje misionero por el Océano Pacífico y más allá, dando testimonio del amor inconmensurable de Dios por el mundo. Nos regocijamos por este testimonio que pone en evidencia que el Espíritu de Dios sigue obrando en el mundo. En este año de asambleas ecuménicas, oramos por que el mismo Espíritu actúe en las asambleas regionales de América Latina, África y Europa.

Desde todas las regiones del mundo los cristianos se encaminan hacia la Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias en Busán (Corea del Sur) y oran juntos: “Dios de vida: condúcenos hacia la justicia y la paz”. Que cada uno de nosotros sea capaz de recibir el don de Dios del Espíritu Santo para que  nosotros también podamos obrar juntos por la justicia en el herido y hermoso mundo de Dios, para que cuidemos de la creación y llevemos la paz allí donde hay violencia y ruidos de guerra. Que Pentecostés sea un tiempo en el que, como Iglesia, oremos todos por la paz que nuestro mundo tanto necesita. Oremos por que el Espíritu Santo transforme los corazones de todas las personas que se reúnan en Busán.

Señor, derrama en nosotros tu Espíritu Santo,
como lo hiciste sobre tus primeros discípulos en Jerusalén;
Santifícanos y danos la fuerza de actuar como hiciste con tus discípulos.
Impúlsanos por el viento de tu Espíritu
y danos el valor de proclamar tu amor y de obedecer a tu voluntad.
Acompáñanos en nuestro camino como una realidad siempre presente en nuestras vidas,
e inspira las reflexiones y las decisiones de nuestra Asamblea en Busán.
Condúcenos en el poder de tu Espíritu a la justicia y la paz.
Gloria sea a Dios el Padre, a Dios el Hijo y a Dios el Espíritu Santo, ahora y siempre.
Amén


Presidentes del Consejo Mundial de Iglesias

Arzobispo Dr. Anastasios de Tirana y de Toda Albania, Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Albania
Sr. John Taroanui Doom, Iglesia Protestante Maohi (Polinesia Francesa)
Rev. Dr. Simon Dossou, Iglesia Metodista en Benín
Rev. Dr. Soritua Nababan, Iglesia Cristiana Protestante Batak (Indonesia)
Revda. Dra. Ofelia Ortega, Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba
Revda. Dr. Bernice Powell Jackson, Iglesia Unida de Cristo (EE.UU.)
Dra. Mary Tanner, Iglesia de Inglaterra