El 31 de octubre de 1517, Martín Lutero clava en las puertas
de la iglesia de Wittenberg, Alemania, una propuesta para debatir la doctrina y
práctica eclesial sobre las indulgencias, sus célebres «95 tesis». Con el paso
del tiempo y en vista del desarrollo posterior de los acontecimientos, esta
fecha pasó a ser un símbolo de la Reforma del siglo XVI no sólo entre luteranos
sino también en otras comunidades herederas o adherentes al movimiento de
renovación eclesial iniciado entonces.
En este día, las y los miembros de la iglesia católico
romano podríamos unirnos en la oración a nuestras hermanas y nuestros hermanos
de estas Iglesias y Comunidades cristianas (cf. W. Kasper, Ecumenismo espiritual. Una guía práctica, Estella [Navarra] 2007,
n. 44). Algunas sugerencias para esta oración podrían incluir:
• Damos gracias por los «bienes auténticamente cristianos» presentes en sus comunidades (Conc. Vat. II, Decreto sobre el ecumenismo, Unitatis redintegratio, nn. 4, 19-23): el testimonio de su fe en Cristo, único Señor y Mediador, y en el Dios trinitario; su amor y veneración por las Escrituras; su confianza en el don de la gracia y su respuesta expresada en una vida modelada por el evangelio...
• Damos gracias por todos los pasos de encuentro, oración y diálogo, tanto a nivel mundial como entre nosotros. Celebramos la gracia del acercamiento mutuo, los acuerdos doctrinales, la unidad en el compromiso y la misión común, la oración compartida.
• Rezamos para que el Espíritu nos guíe a todas y todos hacia la plenitud de unidad que Cristo quiere, por los caminos que Cristo quiera: el don de un único bautismo es ya inicio y estímulo de esa comunión.