31 de octubre de 2013

Día de la Reforma

La Biblia, traducida por M. Lutero,
en su edición de 1534
El 31 de octubre de 1517, el entonces monje agustino y profesor de teología Martín Lutero (1483-1546) clavó en las puertas de la iglesia de Wittenberg –según la costumbre de la época– una propuesta para debatir la doctrina y práctica de las indulgencias en la Iglesia. Este acontecimiento fue considerado, con el tiempo, el punto inicial de aquel movimiento de renovación eclesial, teológica, espiritual y social que conocemos como Reforma protestante.

En memoria de este largo camino, que culminó dolorosamente en la ruptura de la comunión eclesial en Occidente, la fecha del 31 de octubre fue elegida para conmemorar no sólo los acontecimientos de la Reforma sino también, y sobre todo, el testimonio de fe de tantas generaciones cristianas inspiradas por aquel redescubrimiento de la centralidad de las Escrituras, el primado de la gracia de Dios, la libre dignidad de todo el pueblo de Dios renacido en el bautismo.

Para conmemorar este día ponemos a disposición tres aportes:


Un documento
Declaración conjunta sobre la Doctrina de la Justificación entre la Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial, 31 de octubre de 1999. [enlaces externos] Declaración. Comunicado oficial común. Anexo.


Un mensaje
Carta de Rev. Martin Junge, secretario general de la Federación Luterana Mundial, para el día de la Reforma 2013. [pdf, enlace externo]
El mensaje de este año toma como punto de partida uno de los subtemas de la preparación para la celebración del 500 aniversario de la Reforma Protestante (2017): «No está en venta». Considerando el don gratuito de la salvación que Dios nos da en Cristo, la carta se abre con el sugestivo enunciado: «El don gratuito de la gracia de Dios en tiempos dirigidos por el mercado». Tres aspectos desarrollan este mensaje inicial: La salvación no está en venta, los seres humanos no están en venta, la creación no está en venta.


Una oración

Dios de Abraham, Isaac y Jacob,
Dios de Juan, María y Pablo,
Dios de Agustín y Benito,
Dios de Wycliff, Huss, Lutero, Zwinglio y Calvino,
Dios de Romero, King y Novak,
Dios de Amor, Gracia y Vida.

Damos gracias por todos los que nos procedieron en la fe.
Damos gracias por sus testimonios, por su confianza, por su entrega,
y por su valentía para ensalzar lo bueno y denunciar lo malo.
Estamos hoy aquí como iglesia que siempre necesita tu reforma y tu renovación.
Guíanos en este camino.
Transfórmanos continuamente con Tu Gracia y con Tu Amor.
Sálvanos con la Gracia y la Fe

Danos la sabiduría para reconocer el sacerdocio de todo creyente
y la humildad para aceptar tu gran mensaje de amor
que con mucha frecuencia nos viene de los que son marginados por la sociedad.
Háblanos a través de los ancianos, los jóvenes, las mujeres,
los desempleados, los piqueteros y las jefas de hogar.
Por la fe en Cristo Jesús todos nosotros somos hijos tuyos,
y por el bautismo hemos llegado a estar unidos con Cristo
y nos encontramos revestidos de él.
Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer
porque unidos a Cristo Jesús, todos nosotros somos uno solo.

Refórmanos, Señor.

Danos la valentía para no permitir que la corrupción y el pecado
existan en el cuerpo de Cristo.
Ayúdanos a entender que la iglesia está para servir,
y no para fortalecerse como institución con dinero y poder.
Que nunca nos permitamos estar contentos con los logros cumplidos,
sino inspíranos a acercarnos más a tu reino haciendo justicia,
siendo fieles y leales y obedeciéndote humildemente.

Refórmanos, Señor.

Impúlsanos a compartir Tu Palabra con todo hijo e hija tuya.
Y que la bendición de Tu Palabra sea la base
para todo lo que hacemos y decimos.
La enseñanza del Señor es perfecta, porque da nueva vida.
El mandato del Señor es fiel, porque hace sabio al hombre sencillo.
Los preceptos del Señor son justos, porque traen alegría al corazón.
El mandamiento del Señor es puro y llena los ojos de luz.

Refórmanos, Señor.

Perdónanos por las separaciones en que vivimos como iglesia.
Ayúdanos a reparar los vínculos rotos con nuestros hermanos.
Que los pecados y las discusiones humanas no separen más a Tu Cuerpo.
Oramos con Jesús: Te pedimos que todos nosotros estemos unidos
que como Tú, Padre, estás en el Hijo,
también nosotros estemos en ustedes, para que el mundo crea.

Refórmanos, Señor.

Llénanos con Tu Poder para no solamente ser reformadores de la iglesia
sino de toda la sociedad, dando de comer y beber, dando alojamiento y ropa,
visitando a los enfermos y los que están en la cárcel.
Danos Tu Espíritu Santo, conságranos para llevar la buena noticia a los pobres
anunciar libertad a los presos, dar vista a los ciegos
poner en libertad a los oprimidos anunciar el año favorable del Señor.

Refórmanos, Señor.


Tim Bobbitt
Fuente: Red Latinoamericana de Liturgia CLAI
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